Érase una vez, un conejo y una ardilla. Eran mejores amigos y jugaban juntos todo el tiempo. Un hermoso día de verano, después de su siesta de la tarde, sintieron mucha hambre. Entonces se adentraron en el denso bosque para recolectar bellotas.
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Caminaron y caminaron, hasta que de repente se dieron cuenta de que estaban perdidos en el oscuro bosque. Por mucho que vagaban, no podían encontrar la salida. De repente, notaron una luz parpadeante. Al acercarse, vieron que eran zorros cocinando la cena debajo de un árbol.
El conejo le susurró a la ardilla: "¿Qué hacemos ahora, querida amiga? ¡Parece que nuestro fin está cerca! Estas astutas bestias nos notarán y nos devorarán en poco tiempo".
La ardilla le susurró en respuesta: "¡Subamos por la roca! Tal vez no nos vean entre las piedras".

Inmediatamente comenzaron a trepar. Treparon y treparon hasta llegar a la cima. Entonces, una piedra se soltó debajo de la ardilla. Empezó a caer, pero por suerte, su cola se enganchó en una roca que sobresalía durante la caída. Sin embargo, esta roca tampoco pudo sostenerla por mucho tiempo, y la ardilla cayó al suelo con un gran golpe, justo al lado de la cena de los zorros. Asustada, chilló con todas sus fuerzas:
¡Vii-ii-ii-ii!
Los zorros quedaron aterrorizados por esto. Saltaron, volcaron sus ollas confundidos, apagaron el fuego y se dispersaron en todas direcciones.
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La ardilla se levantó del suelo, se sacudió el polvo y, al ver que todos los zorros habían huido y estaban a salvo, exclamó con una sonrisa pícara: "Bueno, zorros, ¿qué tal les quedó el estofado de ardilla?"
El conejo también se deslizó por la roca y se unió a la ardilla, riendo. "¡Eso fue lo más divertido que he visto en mi vida!", Se rió. "¡Y yo pensaba que los zorros no le tenían miedo a nada!"
A partir de ese día, el conejo y la ardilla se hicieron aún mejores amigos, y nunca olvidaron el día en que el divertido chillido de la ardilla ahuyentó a los zorros.